domingo, 5 de octubre de 2014

AHORA






Sé que lo ves a través de mis ojos, según impacta tu retina en ese brillo turbado con el que te miro. Mi insaciable mirada, mi lengua de fuego y este animal que llevo dentro. Es todo deseo. Toda.

Es verdad, te estoy mirando pero no te veo, solo voy detrás de tus ganas. O delante de las mías. Millones de átomos están invadiendo nuestro espacio, millones de hormonas están haciendo su trabajo: volvernos locos. Y a mí me arrebata revolverme en ese caldo de lujuria que mantienes caliente para mí. Para cualquiera. Sentir como me golpea por dentro, como me dejo llevar por mi instinto, como me precipito hacia el tuyo.

Lo estoy sintiendo. Aquí y ahora. En la velocidad con que se constriñen mis pezones y mi coño se lubrica de magnífica substancia. En tu polla vertical sudando vicio. En el sonido de nuestros sexos cuando follamos, saltando sobre nuestro propio placer para encontrar algo nuevo, distinto. Lo siento así, flotando sobre nosotros mientras nos hincamos el uno en el otro. Dejándome caer en las vibraciones de mis gemidos, los mismos que me abandonan cuando llenas mi garganta con la rotundidad de tu falo. Repleta de ti. Vaciándonos y llenándonos en este recreo en el que jugamos a pertenecernos. Agotándonos y fortaleciéndonos en esta grandeza de gozarnos.

Tú lo sabes, en este momento hay algo tuyo que se hace mío. Y yo sé que hay algo mío que te pertenece. Solo ahora. Solo en ese mínimo instante del presente. Pero podemos sentirlo y, puede que en el fondo, solo sea ese minúsculo segundo lo que buscamos. En cualquier caso. Con cualquier persona.

Esa es la única puta verdad que tengo. Mi cuerpo abriéndose a un poder certero: otro cuerpo.

Aquí y ahora.

Venga. Ven. Perfórame. Hazme sentir mi cuerpo con tu fuerza, con tu celo continuo de macho, con tus absolutas ganas. Como un koan ideado para no poder descifrarse con ningún otro cuerpo que encuentre. Como un acertijo que se resuelve con cada uno que alcanzo. Házmelo sentir con tus ojos, con tus manos, con tu polla. Golpéame con tu pelvis, más fuerte, hasta que sienta dentro de mi coño toda tu lascivia, toda tu verga empujándome hacia el abismo, con la fuerza de tus espasmos y el ímpetu lascivo de tus cojones.

Venga. Ven. Hazme sentir que hay un momento único. Uno momento en que somos carne en movimiento acuciada por el ansia primitiva de la concupiscencia. Y devuélveme a la diáfana simplicidad de ser. Contigo.