Hoy hemos vuelto a cabrearnos. No sé porque nos pasa tanto últimamente. Bueno sí lo sé, pero ninguno de los dos lo va a reconocer.
Hubo un tiempo en que usábamos el sexo para “hacer las paces”. Ahora no, ahora usamos el cabreo para follar. No sé por qué. Bueno sí, sí lo sé.
Ya no sé por qué ha sido. Alguno de los dos ha estado diciendo tonterías sobre algo del otro. No puedo recordar si has estado criticando mi modo de decir las cosas o era yo quien se quejaba de tus neuras… Lo que sí sé es que antes de irme me has soltado desde la puerta un sonoro “que te den por culo”. Ese “que te den por culo” ha sido una señal…yo lo sabía, y por supuesto, tú también… una forma de decirme…”yo sí voy a darte por el culo, guapa”. Me he sonreído por la escalera, pero no te imaginas que cara de mala hostia llevaba.
Cuando he llegado al muelle estaba que echaba chispas... He estado dando vueltas un rato, mirando a la ría, casi se me saltaban las lágrimas de la rabia pero estando tan enfadada no puedo llorar, así que he procurado no pensar en nada, soltando tacos contra el viento…haciéndote esperar a propósito…guardándome el cabreo por todos los rincones por donde me cabía, recorriendo el muelle una y otra vez como si me hubieran enjaulado allí, paseándolo arriba y abajo…hasta que ya he desandado todo el camino jurando en arameo, cagandome en todo, alimentando mi mala hostia…
No entraba la llave. Cuando por fin he podido abrir se me ha caído el bolso y todo lo que había dentro ha quedado desparramado por el suelo. Lo que faltaba. Me ha dado un arrebato. En cuclillas, con el pelo por la cara, la respiración entrecortada, hasta se me ha abierto la blusa y se me ha salido una teta, y al levantar la cabeza para devolver las cosas al bolso te he visto apoyado en el marco de la puerta…
- Que cara de hija puta pones…
Al oírte decir eso me ha dado un subidón de adrenalina, me han dado ganas de gritar, de pegarte, de empujarte, de hacerte daño…
De follarte como loca, cabrón…
Me he lanzado hacia ti y me has agarrado los brazos… Eres muchísimo más grande que yo, y por supuesto, muchísimo más fuerte. Por eso siempre te hace tanta gracia que siquiera me atreva a acercarme a ti. Te has echado a reír. Te reías muy fuerte. Te reías de mí, de mi mala hostia, de mi impotencia…y de mis ganas…
- Uy mírala ella que brava… Sabes que me gustas brava ¿verdad? ¿Me vas a pegar? ¿Sí?
Me has sujetado por las muñecas y acercabas tus labios a los míos para besarme. Eso me ha cabreado aún más.
- Déjame, déjame cabrón…no quiero ahora, no se te ocurra besarme eh? como me beses ahora te juro que…te juro…
- ¿Qué? ¡Qué! ¿Vas a pegarme? Venga, pégame, dame fuerte…
Te has acercado más, has hecho ademán de besarme, luego te has echado para atrás y por fin, al final, me has comido la boca en un único y prolongado beso.
Ese ha sido el primer asalto.
Se me han mojado las bragas. He tenido que hacer un esfuerzo para no gemir. Así que te he gritado a la cara…
- ¡Pero serás hijo de la gran puta! ¡Qué haces, suelta, suéltame!
Me has soltado. Mi respiración subía y bajaba fuerte. Parecía una olla a presión a punto de estallar. Me he quedado mirándote a los ojos, tratando que se me ocurriera algo que decir. Así que me he lanzado hacia ti con la boca y te he metido la mano en la bragueta. Tu polla estaba totalmente rígida, tan arrogante y feroz como yo, cualquier cosa menos indiferente. Te he comido yo también la boca y luego te he susurrado entre morreos:
- ¡Fóllame, hostia! Fóllame, fóllame, fóllame…
No sé qué me pasa cuando me cabreo así contigo. Me pone. Es como si toda la excitación y el calor que siento con el cabreo me recalentasen. Me entran unas ganas de follarte que me muero. De gritar. De follar y de gritar.
Me has bajado el pantalón de un tirón. Me los has dejado por los tobillos. La blusa abierta, las tetas por fuera del sujetador. Me has tirado al suelo y me has puesto a cuatro patas. El pantalón no me dejaba abrir bien las piernas pero te ha dado igual. Te has subido sobre mí como un animal, y me has clavado tu polla. Durísima. La sentía como un palo que quisiera castigarme. Entrando y saliendo muy fuerte de mi coño. Clavándose dentro. Dura, dura. Dentro, dentro. Muy duro. Mi culo se movía solo mientras te movías dentro de mi agujero. Usándome. Gimiendo sobre mi culo. Me he corrido en un orgasmo brutal. Pero mi coño seguía palpitando…
Ese ha sido el segundo asalto.
Me has agarrado por los brazos y has tirado de mí hasta la cocina. Te has sentado en una silla y me has puesto sobre ti. Seguía con el pantalón y las bragas por los tobillos. Me has puesto sobre tus rodillas. Por un momento he pensado que me ibas a zurrar. Mi respiración no daba abasto. Me he mordido el labio inferior.
- Eres una niña muy mala… tienes demasiado carácter…hay que endulzarte un poco nena
Me has acariciado el culo. Tus manos trazaban círculos en mi culo, luego lo has amasado, lo has besado…muy dulce, muy cariñoso. Has pasado tu lengua por mi culo, lengüetazos cortitos, besos y más besos…has pasado tu lengua por mi agujero, por ambos…he notado como crujía mi piel. He sentido como se me abría todo, como mi cuerpo, mi coño, mi culo respondían a todos tus mimos…y cada uno de mis poros se agitaba con tu tacto.
A pesar de tus caricias te seguías mostrando firme, arrogante. Me has sentado en el borde de la mesa. Yo luchaba contigo, no sé por qué. Seguía luchando. Tú me has mirado. Te reías, jadeabas y te volvías a reír.
- Quieta, brava, quieta que te va a gustar…ya lo creo que sí
Me has soltado un momento para acercar una silla y te has sentado entre mis piernas. Me las has abierto dejando mi coño totalmente abierto ante ti, mojado, esponjado, sonrosado, ansioso, hambriento… Deseaba que hicieras algo pero solo te has quedado mirando mi sexo como si se tratara de una de las siete maravillas. Absorto. Estaba segura de que estabas mirando como mi agujero se abría de ansia, como brillaba de la excitación y gotas de flujo se deslizaban fuera de él, y eso me ha puesto nerviosa. La ansiedad me devoraba. Sabía lo que venía a continuación pero nunca has tardado tanto. O no he sentido nunca de ese modo la espera. Algo maquinabas. Te has levantado solo un segundo, lo suficiente para alargar la mano y alcanzar el tarro de la miel. Has metido dos dedos en el tarro, te has chupado los dedos lentamente y luego has vuelto a meterlos en la miel. Me has puesto la miel en los labios. Me he relamido. Luego la has pringado mis pezones y te has relamido tú. Me has pintado toda con la miel… Has untado el coño. Con un dedo lo has estado untando sobre mi clítoris, muy suave, como si solo quisieras que me tocara la miel y no tú. Lo has lamido. Luego lo han hecho sobre los labios. Has vuelto a lamer. He dado un respingo. Me has bañado el agujero con ella. La miel en sí era una caricia. Estaba templada, pringosa, me ha gustado su tacto en mi coño. Luego has empezado a verter el tarro sobre los labios de mi coño. Ha sido una caricia deliciosa sentirla gotear en mi coño abierto, y luego has puesto tu lengua sobre él para recoger toda la miel. La del tarro. La mía. Has relamido todo mi coño con la lengua. He gemido sin parar, sin poder evitarlo, sin querer evitarlo… Con cada pasada me sentía estremecer. Me he puesto putísima. Gemía de ganas. Mi coño totalmente mojado de ti, de la miel, de mí. Mis piernas se han abierto y se han cerrado. Mi espalda se arqueaba para levantar mi pelvis hacia ti. Necesitaba tu polla como nunca…Te has puesto de pie. He sentido un escalofrío al ver tu polla brillando frente a mí… Así que te he gritado:
- ¡Fóllame! ¡Fóllame! ¡Fóllame!
Has pasado tu capullo por mis labios, untándote de miel. Has metido la punta solo. Me has acariciado la entrada del coño.
- ¡Fóllame! ¡Qué me folles joder!
Te has sonreído. Has seguido una y otra vez. Metías tu rabo un poco, te movías apenas dentro de mí pero sin meterte del todo, y luego volvías a pasar tu polla por fuera de mi coño…joder que suplicio más gozoso
- Fóllame bien, la quiero toda, por favor, por favor…
- ¿Si? ¿Quieres mi polla? ¿La quieres toda? Pero eso no puede seeer…eres demasiado bravaa
- Por favor ahora no…fóllame por favor, por favor
Has seguido torturándome…jugando con mis ganas mientras tu polla me hacía saltar como a una perrita amaestrada… Me mirabas atento mientras continuabas con tu estrategia. Me has mirado mientras me retorcía…metías tu polla y la sacabas, de vez en cuando hacías girar mi clítoris o te parabas según como has visto que reaccionaba yo…
- Eres un cabronazo…eres un cabrón, un cabrónn
- Siiii, siiii?
- Ohhhh – en este momento me costaba ya mucho hablar – sii eres un cabrón…un cabrón, un cabronazo, un cabronazo
Te has reído, te has reído fuerte. Y has empezado a moverte más y más. Te sacudías fuerte. Tu polla me ha penetrado hasta el final. Completamente. Profundo. Te has seguido moviendo como una máquina de follar. Agarrado a mis caderas para coger impulso… Sentía que me partías por dentro. Pero joder lo que me ha gustado. Cuanto más fuerte me dabas más me has hecho enloquecer. Me gustas así. Perverso. Fuerte. Duro. Y así me has follado. Sin parar.
Ese ha sido el tercer asalto.
Luego te has sentado en la silla y me has sentado sobre tu polla…
Te he durado nueve asaltos…
En el quinto me has dado por el culo, tal como anunciaste. En el sexto hemos roto una cama (era algo vieja sí). En el séptimo estaba totalmente descontrolada mientras me clavabas contra la pared. En el octavo he llorado de gusto.
En el noveno estaba totalmente fuera de combate.