(En blanco)
Es verdad que te espero cada tarde entre montones de ceniza, soy yo calcinada por el tiempo, ese tiempo que no alcanzamos nunca, ese tiempo que no existe y en que, quizá, alguna vez, podamos vernos.
(En verde)
No hay nada más bello que tu suciedad, porque en ella estás exento de raíces, dentro de ella resucitas de tus muertes y te revuelcas y me vuelcas como una jarra de inmundicia, luego relames, febril, el recipiente en el que me has disuelto y mi deseo concurre con el tuyo en fibras de saliva y ansia.
(En negro)
Siento su lengua vieja engrasándome los pezones, su tacto es pura náusea, cree que me gusta su polla hedionda y rancia ascendiendo hasta mi boca, o busca creerlo, yo le sonrío desde mi desprecio, pero sonrío con la goma elástica de mis labios
y trago.
(Con mariposas)
Abrázate a mí, hazme sentirte en la cintura con un rastro de labios inundando mi cuello, abrázate susurrándome amor y deseo, abrázate a mí y dime si mis caderas se sacuden hacia tu sexo y mis nalgas retiemblan con tus estrategias y mis movimientos, abrázate a mí que quiero morirme en tus brazos y tu exceso.
(Oscura)
Sé que ya estoy muerta. Lo acepto. No lo acepto. Hay un dolor centrífugo en ser consciente. ¿Sabrán el resto de los muertos que se han muerto? Pero hay que fingir esta vida anticipada, hay que sobrevivirla, sobrellevarla en ampulosas redundancias. La vida es una putada constante.
(Luminosa-rara)
Me da por el culo lo que diga esa señora. A mí me gusta respirar oxígeno y llenar mi sangre de aire, me gusta sentir fiebre, calor, escalofríos, y descender a los infiernos y abrasarme. Sacar el látigo, fustigar a los vivos y a los muertos. Y cuando acabe de cansarme de azotar tanto desaliento, tanta duda, tanto escepticismo, tanto existencialismo y dolor de los cojones, me follaré a la vida, le haré una mamada y relameré de mis labios cada gota de substancia.