Algunas tardes te siento cerca de la orilla, mirándome desde el silencio, adhiriéndote a mí como la sal, como el agua, como la arena. Te siento pulsando dentro de mí como las mareas.
Me gusta imaginar tu cuerpo junto al mío y me viene a la cabeza la palabra incandescencia. La luz penetra por mis poros haciéndome caricias, hincando besos de sol entre mis piernas, subiendo por mi espalda, soplándome cosquillas en el cuello, sorbiendo de mí para entregarme tu energía.
El ruido de las olas se transforma en un blues cadencioso que me mece en los brazos del mar, arrojándome a sus fondos abisales. Sería la hostia follarte en un blues de agua.
Buceo en lo profundo con la necesidad de encontrarte y te busco en cada átomo de oxígeno presionando mis pulmones, encharcando mi cerebro de ti, de tus oscuridades, de tus lodos. Respiro a través de mis poros, me sueño como una ninfa de agua que te halla en el piélago, te sonrío, asciendo, inspiro, me besas los labios, tu lengua es una serpiente marina anudada a mi lengua, secretando veneno, retorciéndose sobre su lomo. Acomodo mis caderas a las tuyas, nos reunimos en ese blues desfallecido por el sol.
Quiero licuarme contigo y convertirme en una princesa submarina. Me abrazas, tu polla roza mi cuerpo y siento como se disparan mis sentidos. No hay nada mejor en el mundo que el roce de tu rabo duro, desafiando al mundo, celebrando la vida, brincando vigoroso sobre tu vientre. Mis pezones se hacen prisioneros de tus labios y se produce un chasquido entre mis piernas, activando mi sexo con cada mordedura.
Volvemos a lo profundo, nadamos y follamos como si pudiéramos sobrevivir a las burbujas y la vida sin oxígeno. Buceamos en nuestras sensaciones, mi cuerpo está esperando tus caricias, tu voracidad, tus sacudidas, y me entregas todos los vaivenes que me caben en los muslos. Siento tu verga inflándome de gusto, me parece que respiro a través de ella, gracias a ella, a ti, a lo que me haces sentir cuando te tengo dentro, siento el volumen de tu sexo ocupando mi agujero y el modo en que se acomoda y se desliza entre mis pliegues empapando mi organismo de lujuria. Nos sumergimos en este océano de gusto, nos acunamos en él, me acaricias por dentro, aprietas mis nalgas, las separas, me crecen tus dedos en el culo, lo rozas levemente, tiemblo, me perforas mientras me masticas los besos, me arqueo frente a tu cuerpo de macho, te deseo.
Me reclino sobre tu polla que desaparece en mi boca, me nubla los sentidos, quiero darte placer como nunca, tus manos se enredan en mis cabellos de Gorgona, me anudo a tus caderas. Tu gozo acaricia mi garganta y oigo tus murmullos en mi pecho, oírte disfrutar me vuelve más lasciva, me siento una diosa náutica dotada de animosos poderes, me afano en mi tarea, te uso, te devoro, te disfruto. Una ola inmensa me azota de espuma y sexo, tu semen se derrama y mi cuerpo se agita de lujuria.
Sacudo mi cabeza, un burbujeo de humedad se remueve entre mis piernas, levanto ligeramente las caderas, el mar mantiene su mirada indiferente, aprieto los muslos. Mi bikini verde se moja de mis efervescencias, me muerdo el labio. El calor de mi piel contrasta con el rocío de mi coño. Te sueño follándome por el culo, sobre la arena, sudando salitres, rezumando lujuria y semen, segregando fluidos y deseo hasta vaciarte los cojones.
Jadeo. Abro los ojos. La luz me ciega las retinas, mis ojos azules te buscan en el horizonte pero no estás. Solo queda ante mí un océano inmenso y vacío, casi tan azul como mis ojos. Jadeo. Dirijo mi mirada hacia la mancha oscura de mi bikini verde. Me sonrío. Está subiendo la marea.