Y con tus manos describes el mundo que en realidad soy: agua. Me recoges en tus brazos, en la manera que tienes de restregarte contra mí y decirme entre susurros: mi amor, necesito tu coño, necesito hundirme en tu sexo, en lo más oscuro de ti y sentirlo latir por mí. Y mi coño te obedece, se conmueve, te desea como jamás antes te había deseado.
Me besas desde algo más que tus labios, desde tus ansias por llegar a mí y hacer que te sienta. Me llenas de lengua y saliva y amor, todo mi cuerpo lo llenas de lengua y saliva y amor y ganas, concupiscencia, mordiscos, jadeos, lengua, sudor, placer. Mi cuerpo responde a tu llamada con el vigor de mi naturaleza. Mis caderas se elevan, mi espalda se arquea, mi coño se abre, se expande para recibirte: macho. Me siento caer contigo en esa trama de besos hasta alcanzar tu polla. Dura, suave, tuya. Hay algo dentro de mí justo antes de tocarla, algo sutil, delicado, aéreo pero tremendamente macizo que me conmueve, me provoca, me excita hasta sentir electricidad detrás de mis párpados, abro la boca, saco la lengua y toda tu suavidad me penetra como un cuchillo.
Te siento excitado, suplicante, doblándote de gusto mientras mi lengua te alcanza, lame el tronco de tu rabo, te come los huevos, se envicia de lujuria, se introduce en tu agujero, se pervierte contigo, enloquece, traga, besa, lame, acepta y bebe de ti. Siento mi coño tensándose, retorciéndose de ganas en mi interior, hundo mis dedos en mi sexo hinchado, alcanzo mi clítoris y mientras engullo tu polla doy vueltas a mi coño, lo hago girar y el mundo entero gira sobre nosotros. Me parece estar flotando sobre un aire sin gravedad, dando vueltas mientras te consumo.
Sí. Me gusta comerte la polla y también me gusta decirte que me-gusta-comerte-la-polla con mi cara de furcia corrompida por la lascivia. Saco la lengua. Quiero tu leche, vamos, cabrón, quiero tu leche ahora, mójame la boca de ti, lléname la boquita de lefa. Y mi mano sube y baja frenética por tu falo, ávida de tu esperma, y mi lengua se revuelve sobre el aire tratando de alcanzar tu gozo. Tu leche se dispara y se pega a mis labios. Te relamo. Te sonrío. Te amo.
No sé si existe algo mejor que ver tu cuerpo vibrar, mi boca llena de ti y esa parte de nosotros que aún no se ha separado, apretada, compacta, unida por algo invisible y prodigioso a lo que no quiero poner nombre. Me da igual si es amor, sexo, ganas, cerdez, instinto, llámale como te dé la gana. Lo importante es poder sentirlo. Poder sentirme arrastrada por esa fuerza tuya y este temblor mío. Me aprieto contra ti, me hundo en tu carne, en tu olor, me acaricias el pelo y en ese único momento no existe nada más. Nada en absoluto. No hay lágrimas, no hay dolor, no hay tiempo, no hay nadie. Solo tu placer y el mío recomponiéndose para volver a nosotros. Me sonrío.
Como siempre............un auténtico placer leerte! :-)
ResponderEliminarUff no imaginas cuánto echo de menos leerte...
EliminarUn placer el mío ;)
Si hay algo mejor debe ser muy parecido a esto
ResponderEliminary siiii, besitos
EliminarFabulosa; entre senso, sexo, y oniria... eres una buenísima "mala" mujer. Siento y huelo tis relatos.
ResponderEliminarQue sensual, Antonio, que sensual, gracias!
EliminarUn disfrute continuo con tus palabras.... y tu lengua
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